El parkinson se manifiesta con una pérdida progresiva de la capacidad de coordinar los movimientos. Se produce perdida de las células nerviosas de la sustancia negra del mesencéfalo, una de las áreas cerebrales que controla el movimiento.
La enfermedad de Parkinson afecta aproximadamente al 1 por ciento de la población mayor de 65 años y al 0,4 por ciento de la población mayor de 40 años.
Se desconoce el origen de la enfermedad, exceptuando los casos inducidos por traumatismos, drogodependencias, medicamentos, y algunas formas hereditarias en ciertos grupos familiares.
Entre las teorías que se barajan sobre la causa de esta patología están el que algunos pesticidas y toxinas, junto a cierta predisposición genética, podrían ser los desencadenantes de la enfermedad. También, que el origen se encuentre en los radicales libres, moléculas que desencadenan un proceso de oxidación que daña los tejidos y las neuronas. El genético es otro de los factores barajados. Existen algunas formas de parkinson hereditarias en algunos grupos de familias, por lo que la investigación genética puede ayudar a comprender el desarrollo y funcionamiento de la enfermedad.
La enfermedad de Parkinson es difícil de diagnosticar en sus etapas iniciales, ya que se confunde con los síntomas propios de otras patologías.
Para confirmar el diagnóstico se realiza una resonancia mágnetica craneal. Asimismo, son habituales los exámenes de los reflejos. Sin embargo, el mejor medio para detectar esta patología es la observación, ejercida tanto por el médico como por los familiares del enfermo, ya que el contacto permanente les permite confirmar la continuidad o progresión de los síntomas y los posibles cambios tanto físicos como emocionales. En la enfermedad de Parkinson es esencial el diagnóstico precoz, ya que cada tipo de parkinsonismo tiene un tratamiento diferente.
Esta es una patología crónica que, de momento, no tiene curación definitiva.
El objetivo del tratamiento es reducir la velocidad de progresión de la enfermedad, controlar los síntomas y los efectos secundarios derivados de los fármacos que se usan para combatirla.
Se han desarrollado una serie de fármacos que favorecen la producción de la dopamina o retrasan su deterioro y que se administran en función de la gravedad de los síntomas.
La cirugía pretende modular una parte del cerebro. Sólo está indicada en un 5 por ciento de los pacientes y es efectiva si están bien seleccionados.
Entre las técnicas quirúrgicas que se utilizan para aliviar los síntomas de parkinson se encuentra en eliminar la actividad de una zona del cerebro que controla los síntomas de la enfermedad mediante el implante de un marcapasos en una de las áreas afectadas para generar un campo eléctrico que bloquea su actividad y produce un alivio de los síntomas. Esa área se denomina núcleo subtalámico.
La subtalamotomía (mediante una pequeña lesión térmica)también podría convertirse en una técnica alternativa a la estimulación cerebral profunda en los casos que no responden a los fármacos. Como otras alternativas se encuentran la palidotomía o la talamotomía (en ambos casos, destrucción selectiva de partes específicas del cerebro que contribuyen a los síntomas de la enfermedad).
En la actualidad se trabaja en la aplicación de una cirugía bastante controvertida que consiste en el implante de células fetales en el cerebro, es decir, sustituir las células muertas por otras sanas. Según los últimos estudios, esta técnica mejora la función cerebral y motora en los parkinsonianos.
Uno de los aspectos más importantes del tratamiento de la enfermedad de Parkinson consiste en el mantenimiento del tono muscular y de las funciones motoras, por lo que es esencial la actividad física diaria. También hay ejercicios determinados que pueden ayudar a mantener la movilidad de los miembros y fortalecer los músculos que generalmente se ven más afectados.
Prevención de caídas: La falta de control muscular y la osteoporosis que afecta a los enfermos más ancianos pueden favorecer las caídas y la rotura de huesos. Para evitar accidentes es conviene eliminar todos los objetos con los que pueda tropezar el enfermo, incluyendo alfombras que forman arrugas o escalones que comunican habitaciones. También es aconsejable instalar manillas en las paredes cercanas a los pomos de las puertas.
Durante las comidas: Para facilitar la tarea se puede cortar la comida del paciente, cocerla, hacer purés y facilitarle cubiertos o instrumentos que, aunque poco convencionales, le permitan manejar con más seguridad los alimentos.
La ropa: Los botones son un gran obstáculo a la hora de vestirse por lo que es recomendable cambiarlos por cremalleras. Para evitar los problemas que presentan los cordones de los zapatos, se puede utilizar calzado con gomas elásticas que se sujetan bien al pie y son fáciles de sacar.
En el baño: Se pueden instalar asientos elevados frente a la taza del baño y el lavabo, así como manillas en las paredes. También es recomendable elevar el mobiliario del baño de manera que el enfermo pueda acceder a él y mantener el equilibrio sin tener que hacer grandes esfuerzos musculares.